Un día se cruzó por su camino la mujer de su vida: Josefina Bulliciosa. La fémina (si se le podía llamar así) iba a casa de su mejor amiga Perpendicularia Supina; Era tan desgraciadas como el propio Claudio. Poseía una pronunciada jorobadas, era toxícomana y sufrían de una horrible psoriasis que la hacía parecer a una mezcla entre un armadillo y ciaman. Vamós que ni en los circos la querían para poder exhibirla y eso que sus padres lo intentaron hasta una edad muy avanzada. Lástima que el hueco de una cloaca sin tapadera y un piano lanzado al vacío al romperse una cuerda cuando se encontraba en el quinto piso evitase que ambas almas gemelas lograsen un día consumar su vida terrenal.
© Richard Archer - 2010 (Todos los derechos reservados)
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