martes, 24 de mayo de 2011

Desesperante impotencia

Triste, sola, abandonada...por mi cuerpo corren un mar de sensaciones oscuras que me atormentan, me asolan, me deprimen y...me destruyen.
No puedo más. Lucho, grito, resisto, pero la corriente me arrastra hacia el interior, hacia mis entrañas insalvables. Ningún dolor, ningún sentimiento. Remolinos de fuerza espiritual y misteriosa que me envuelven y me encierran en mi mundo de ingenuas ideas. Y una espina. Una espina que se clava en lo más hondo, manchada de aquel veneno mortal que te quema el alma, que penetra como el rayo en el cuerpo y sube hasta desaparecer dejando un vacío incurable del que nunca podré salir.
No estoy aquí. No vivo. No existo. Soy un ser sin rumbo fijo, rebelde de cobardía, desamparado. Un ser al que le arrancaron lo que más quería. Un pájaro sin sus alas, un niño sin su pelota, una madre sin su niño. Floto en el ambiente. Escribo palabras que no entiendo, fluyendo de mi mente a una velocidad insospechada, incorregible.
No sé quién soy. No sé si podré salvarme. No sé si navegaré. Necesito algo, lo sé. Necesito a alguien. Un apoyo, un brazo de plumas suaves donde dejar deslizar mis lágrimas con suavidad. En pocas palabras...te necesito.

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